EL ROSARIO
Dentro del culto a la Santísima Virgen María no podemos dejar fuera la
devoción del Santo Rosario.
La palabra “rosario” viene del latín que significa guirnalda de rosas,
siendo que la rosa es una de las flores utilizadas para simbolizar a la
Virgen María.
Si se preguntara cuál objeto específico es el más característico de un
Católico, seguramente que el Rosario fuera el más destacado. Muy
frecuente es la escena de la viejita pasando las cuentas de su rosario
en un banco de la iglesia, o el rosario grande colgado del cinturón de
un monje y, más recientemente, el rosario colgando del espejo retrovisor
del carro de algún devoto de la Virgen.
Lamentablemente, a partir de la década de los años 1960, decayó la
devoción del Rosario, cosa que sucedió también con la devoción a la
Santísima Virgen María. Pero recientemente ha cambiado esta tendencia:
el Rosario ha resurgido, por así decirlo: está “de moda”.
Origen del Rosario
Se dice que el Rosario fue instituido por Santo Domingo de Guzmán, el
fundador de la Orden de Predicadores, conocidos como los Dominicos. Pero,
sin quitarle a Santo Domingo su aporte, el origen remoto del Rosario es
anterior a Santo Domingo.
De hecho, siglos antes de este Santo fundador, los monjes recitaban de
manera regular todo el Salterio (la colección de 150 Salmos de la
Sagrada Escritura). Pero sucedía que los hermanos legos que formaban
parte de las comunidades monacales era analfabetos y no podían leer los
Salmos. Para ellos se ideó una forma de oración que pudiera ser
fácilmente memorizable.
La primera oración que se escogió para repetir unas 50 o 100 veces,
dependiendo de las circunstancias, fue el Padre Nuestro. A raíz de este
ejercicio repetitivo y para facilitar el conteo, surgió en Inglaterra un
gremio de artesanos especializados en fabricar lo que hoy conocemos como
un rosario. De hecho, hay en Londres una calle llamada “Pater Noster
Row” (Hilera de Padre Nuestros), la cual recuerda la zona en que estos
artesanos fabricaban estas cuentas.
Los rosarios que fueron originalmente utilizados para contar los Padre
Nuestros, a partir del Siglo XII fueron utilizados para comenzar a
contar “Salutaciones Angélicas”, que eran la primera mitad de lo que hoy
conocemos como el Ave María. (“Jesús” y la segunda parte de esta oración
fue agregada algún tiempo después, en 1483). Cada Ave María se seguía
con la alusión de un pasaje evangélico en forma de jaculatoria, las
cuales llegaron a ser unas 300.
¿Cuál es, entonces, el verdadero aporte de Santo Domingo de Guzmán? El
Rosario, como hoy lo conocemos, surgió en el Siglo XV y se hizo muy
popular por la predicación de un Sacerdote Dominico, Alan de Rupe
(+1475). La creencia de que la devoción del Santo Rosario fue revelada a
Santo Domingo (+1221) se basaba en una visión de Rupe sobre Santo
Domingo y el Rosario.
La historia cuenta que la Santísima Virgen se le apareció a Santo
Domingo mostrándole una bella guirnalda de rosas, pidiéndole que rezara
diariamente el Rosario y que enseñara a la gente a rezar el Rosario.
En 1521 el Rosario fue simplificado por el dominico Alberto de Castello,
quien escogió 15 pasajes evangélicos (los que ahora conocemos como 15
misterios). Luego el Papa San Pío V (1566-1572) definió mediante una
bula el Rosario como lo conocemos hoy.
Y en nuestra época el Papa Juan Pablo II revitalizó el Rosario,
añadiendo a los 15 Misterios ya conocidos, 5 Misterios más, referidos a
la vida pública de Jesucristo. En la Carta Apostólica “El Rosario de la
Virgen María” defiende y promueve esta práctica oracional mariana,
además de presentar una amplia sustentación bíblica y teológica para
esta devoción, intentando estimular a los Católicos a utilizarla más
extensivamente y mostrando a los no-Católicos la bondad de esta oración.