SAN ANDRES CORSINI
Su vida
Nació en Florencia a finales del siglo XIV. Sus
padres, Nicolás Corsini y Gema degli Stracciabende, pertenecían a una de las
familias más aristócraticas de la ciudad. Tuvieron doce hijos.
De muy joven ingresó en la Orden del Carmen y se
propuso observar la más estricta observancia de Ja Regla del Carmen y se
distiguó por su caridad fraterna, austeridad y rigor en las penitencias.
Como provincial, supo mantener entre los religiosos el
espíritu de disciplina, el culto de la pobreza y de la oración y la
observancia de la Regla, se cuidó particularmente de la formación de los jóvenes
según el espíritu y la tradición de la Orden y supo infundir a todos el celo
apostólico.
Durante la peste que asoló a la región, se entregó
con heroísmo al cuidado de los apestados.
El año 1349 fue nombrado obispo de Fiésole, diócesis
cercana a Florencia, donde reveló pronto las dotes de prudencia y de bondad con
que el Señor le había agraciado.
Escogió para él, en su palacio, una celda reservada,
en la que dormía sobre un lecho de sarmientos y donde pasaba largas horas de la
noche en oración.
Sus biógrafos lo presentan como obispo siempre adicto
a la Santa Sede y entregado totalmente a su diócesis, acérrimo defensor y fiel
administrador del patrimonio eclesiástico, pregonando que los bienes de la
Iglesia son de los pobres; celoso reformador de la fe y de las costumbres;
consciente del oficio principal del ministerio sacerdotal, que es dar culto a
Dios y evangelizar al pueblo conduciéndolo a Dios.
El papa le confió con frecuencia importantes misiones
para solucionar conflictos, juzgar y apaciguar querellas o visitar monasterios
relajados.
Murió después de habérselo anunciado la Virgen María,
el 6.1.1374.
Sobre su tumba, que se conserva en la basílica del
Carmen de Florencia, se pudo grabar este epitafio: "Admirable por el
ejemplo de su vida y de su elocuencia".
Su culto comenzó a raíz de su muerte, pero su
canonización solemne no llegó hasta el 29.4.1629.
En la Basílica de San Juan de Letrán, de Roma, tiene
dedicada, desde 1734, una hermosa capilla.
Su fiesta se celebra el 9 de enero.
Su espiritualidad
Este santo es uno de los más preclaros hijos del
Carmelo, propuesto por el papa Urbano VIII, al canonizarlo, como modelo de
superiores y de obispos.
Amante de su Orden, cuyo hábito jamás dejó de vestir
aun siendo obispo, para significar que quería vivir y morir como auténtico
religioso carmelita.
Rezaba todos los días, además del oficio divino, los
siete salmos penitenciales y la letanía de los santos, disciplinándose a
continuación. Su abstinencia fue perpetua y su comida muy parca, compartida a
menudo con los pobres.
Profesaba particular y filial devoción a la Virgen,
reconocía que ella le había salvado de la corrupción de un mundo seductor y
que lo debía todo a su maternal protección.
Verdadero "Mensajero y Angel de Dios", según
su primer biógrafo, defensor de la paz en Florencia y Bolonia, trabajador
infatigable por la salvación de las almas.
Siempre supo conjugar su caritativa ben evolen cia con
un celo infatigable por la santificación de clero, la firmeza del justiciero
con la ternura de padre; así pudo llegar a ver introducida en su diócesis en
una floreciente reforma.
Todo, merced a una ingente labor pastoral, una asidua
oración y una vida de más austeridad que la del claustro.
Fue en todo momento el predicador incansable la
estrella que guía y la luz fúlgida que delataba loc errores y la vanidad del
mundo. Su palabra hacía mella en los corazones y eran muchos los que venían de
lejos a escucharle.
Su mensaje
- que nos convirtamos de lobos en corderos.
- que practiquemos la virtud de la humildad.
- que vivamos la caridad con los pobres.
- que el celo por el reino de Dios abrase nuestrc
corazón.
Su oración
Señor, Tú dijiste que cuantos trabajan por la paz serán
llamados hijos de Dios; por intercesión de San Andrés Corsini, admirable artífice
de la concordia, concédenos entregarnos sin descanso a instaurar en el mundo la
justicia que puede garan tizar a los hombres una paz firme y verdadera Amén.
From Los Santos Carmelitas
by P. Rafael María López-Melús