La Beata Candelaria de San José
	
	
	“María del Sagrario”
	
	
	
	 
	Su vida
	
	El domingo 27 
	de abril, en la ciudad de Caracas será elevada a los altares Madre 
	Candelaria de San José, una humilde y sencilla mujer latinoamericana aunque 
	emparentada directamente con el Libertador Bolivar, 
	hija del Carmelo.
	En esta breve 
	reseña quiero fijarme exclusivamente en una de las líneas de fuerza en la 
	vida de esta extraordinaria mujer: su vivencia de la Eucaristía. Para mi 
	reflexión me baso exclusivamente en los Artículos recopilados en el Proceso 
	de su Beatificación 
	y en su Epistolario.
	
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	La nueva beata 
	Madre Candelaria de San José (Susana Paz Castillo y Bolivar) nació en 
	Altagracia de Orituco (Estado Guárico) Venezuela, el 11 de agosto de 1863.
	Su vida 
	Eucarística se inicia cuando a los 16 años, el 8 de septiembre de 1879, 
	cuando hace su Primera Comunión.
	De esta etapa 
	nos refieren los testigos que asistía a Misa diariamente y frecuentaba la 
	comunión. También nos dicen que cosía para la Iglesia: corporales, manteles, 
	purificadores, cuidaba de la lámpara del Sagrario, la cual divisaba desde su 
	casa y le invitaba a tener el corazón levantado hacia Dios.
	
	Fundadora
	La muerte de 
	su madre en 1887 señala una nueva etapa en su vida pues queda al frente de 
	su numerosa familia. Al mismo tiempo comienza la atención a pobres y 
	menesterosos lo cual la llevó a fundar junto a tres compañeras, el Hospital 
	San Antonio, el 13 de septiembre de 1903. El grupo evoluciona y el 31 de 
	diciembre de 1910 emiten la primera profesión religiosa fundando así la 
	Congregación de las Hermanitas de los Pobres de Altagracia de Orituco.
	Los primeros 
	años de su fundación fueron de muchas incertidumbres, dificultades y 
	estrecheces, pero ella vivía su fe centrada en el Misterio de la Eucaristía. 
	Escribe: “Figúrese cual será la satisfacción que experimentan nuestras 
	almas estando cerca del que será por toda la eternidad nuestra vida”.
	Cuando Madre 
	Candelaria disponía de tiempo acudía a la vera de Jesús Sacramentado. Pasaba 
	allí cuanto tiempo podía según se lo permitían sus ocupaciones. Allí 
	encontraba el consuelo en sus penas, la luz en sus dudas y la fuerza para 
	todas sus empresas. Desde joven sus delicias fueron estar con Jesús 
	Sacramentado.
	Es indicativo 
	de su amor a la Eucaristía el hecho de que en el recordatorio de su 
	Profesión Religiosa estampó una frase de Santo Tomás de Aquino: “Oh Jesús, 
	que estáis para mí oculto bajo los velos del Sacramento escuchad el ardiente 
	deseo de mi corazón y haced que pueda veros cara a cara en la visión eterna 
	de vuestra gloria”.
	Siendo Maestra 
	de Novicias escribe al Co-Fundador de su Congregación, el Siervo de Dios 
	Sixto Sosa, “El único consuelo que hallo es 
	en el Sagrario…”
	Los 
	expresiones de su vida profundamente eucarística son varias: siempre 
	escuchaba la Misa de rodillas. Cuando el Santísimo no estaba reservado en la 
	Capilla de sus obras no le importaba sacrificio para llegarse hasta el 
	templo y poder visitarlo. Siempre que pasaba delante de una Iglesia entraba 
	a visitar al Señor y cuando ya tenía Reserva en la Capilla de sus conventos, 
	al llegar algún huésped lo invitaba a entrar para visitar el Santísimo 
	Sacramento. Se alegraba cuando veía grupos de hombres acercarse a la Sagrada 
	Comunión y asistían a las procesiones acompañando al Santísimo Sacramento. 
	Ya siendo fundadora estableció en su Congregación varios días de adoración y 
	Horas Santas y ella misma pasaba muchas noches delante del Sagrario.
	Estando en la 
	fundación en la Isla Margarita en 1922 conoce a los Padres Carmelitas 
	quienes procedentes de la vecina Isla de Puerto Rico habían llegado allí. El 
	25 de marzo de 1925, las Hermanitas de los Pobres de Altagracia de Orituco 
	son agregadas a las Orden del Carmen y a partir de ese momento serán 
	conocidas como Hermanas Carmelitas Venezolanas.
	
	María del Sagrario
	En la 
	documentación recogida para la Causa de beatificación queda claro que 
	perteneció a la Obra de los Sagrarios Calvarios fundada por el Beato 
	Manuel González García. Veamos…
	El dato lo 
	proporciona ella misma en carta escrita en Cumaná,  fechada el 19 de abril 
	de 1933 
	y dirigida a Isabelita Mata de la ciudad de Porlamar. En ella le recomienda 
	que propague la Obra de los Sagrarios-Calvarios y le deja saber que ella es 
	la primera María del Sagrario del Hospital de Porlamar.
	También la 
	documentación hace referencia a una reseña de una Solemne festividad que se 
	celebró en el santo Hospital de Margarita (Porlamar) el 29 de mayo de 1934. 
	La cronista hace resaltar “la gran dicha de comulgar en su propio Sagrario, 
	que tuvo Madre Candelaria, como primera María de los Sagrarios-Calvarios, 
	contemplativa”.
	Madre 
	Candelaria, muy a menudo en las noches de insomnio de su última enfermedad 
	estaba en espíritu haciendo vela ante “su” Sagrario.
	
	Hechos extraordinarios relacionados con la Eucaristía
	Una de las 
	testigos en el Proceso de Beatificación refiere que escuchó decir a las 
	Hermanas antiguas que Madre Candelaria recolectando limosnas por los pueblos 
	de Anzoátegui, con hambre de la Eucaristía, que no había podido recibir en 
	algunos días, llegó a la Iglesia parroquial de Aragua de Barcelona en el 
	momento que el sacerdote se disponía a dar la Comunión, y desprendiéndose la 
	Hostia de sus dedos fue volando a la boca de Madre Candelaria que estaba 
	arrodillada al final de la Iglesia.
	También 
	refiere un testigo que el Señor premió su amor ardiente a la Eucaristía, 
	manifestándosele al levantar la Hostia el sacerdote en la Santa Misa. Esto 
	sucedió en Porlamar con el sacerdote carmelita P. José María Plana. Dijo 
	ella en cierta ocasión: “Que santo debe ser el Padre Plana, que cuando 
	levanta la Hostia, levanta al Niño Jesús”. Poco faltó para que refirieran el 
	comentario de Madre Candelaria al Padre Plana, a lo cual contestó él: “Que 
	santa debe ser la Madre Candelaria que ve lo que yo no veo”.
	Su amor al 
	misterio Eucarístico lo proyectaba en su veneración a los sacerdotes. Los 
	tenía por santos a todos y decía a las Hermanas “Debemos besar donde ellos 
	pisan”. Les pedía la bendición de rodillas y se encargó de manera particular 
	de la selección y formación de las Hermanas que iban a servir en el 
	Seminario Diocesano de Cumaná.
	
	Prácticas 
	Ya hemos 
	señalado que oía a diario la Santa Misa y de rodillas. Pasaba cuanto tiempo 
	podía delante del Sagrario Muchas veces se levantaba a medianoche para 
	practicar la Hora Santa o rezar junto al Sagrario. Se reservaba para sí el 
	trabajo de lavar los paños sagrados y ella misma hacía las hostias y las 
	velas para la celebración.
	En sus 
	escritos las referencias a la Eucaristía son constantes, lo que demuestra su 
	centralidad en su vida. Veamos algunas:
	Dando cuenta 
	de la marcha de la “mínima Congregación” como ella solía llamar a su 
	fundación, a Mons. Sixto Sosa, el co-fundador escribe: 
	“Cuando me hallo con una dificultad me postro ante el 
	Santísimo que me enseñe…”
	Escribe su 
	Prelado y Padre espiritual: “Estando como 
	estamos tan cerca de El por medio de la Divina Eucaristía, nada tenemos que 
	temer; pues El nos ve y nos oye y sabe que todo lo soportamos por su amor.”
	Desde Cumaná 
	escribe a la Maestra de novicias ”En todo 
	debemos estar muy unidas con el amado Jesús, que es el que puede llevarnos y 
	así espero que del Sagrario salgan las luces que deben iluminar nuestras 
	tinieblas y, encendidos con estas divinas llamas nos sean ligeras las cruces 
	que su misericordia quiera enviarnos para nuestro bien espiritual”.
	A una joven de 
	Porlamar: “Piérdase y que cuando la busquen la hallen delante del 
	Santísimo”. 
	 
	Dicen los testigos que esto era lo que en realidad hacía ella…siempre 
	delante del Sagrario.
	Exhortando 
	sobre la humildad a una joven religiosa: 
	“Hágalo por Jesús Hostia, alimento de nuestras almas, que nos ha llamado a 
	esta vida de martirios para darnos el cielo”.
	“Estar 
	delante”, “perderse” “hacerlo todo por Jesús Hostia” son expresiones de una 
	vida profundamente eucarística que concluyó el 31 de enero de 1940 
	exclamando “¡Jesús, Jesús, Jesús!!Ya triunfé!
	Fue la 
	conclusión de una larga vida – pasada haciendo el bien – que tuvo siempre 
	como norte lo que escribió a su Prelado y Padre espiritual: “Estando como 
	estamos tan cerca de El por medio de la Divina Eucaristía, nada tenemos que 
	temer; pues El nos ve y nos oye y sabe que todo lo soportamos por su amor. A 
	cada momento le repetimos: Por ti Señor, por ti Señor”.