“Danos hoy
nuestro pan de cada día”(Mt. 6, 11), pedimos en el Padre
Nuestro.; Sin embargo, ese alimento diario, que pedimos y que Dios
nos proporciona a través de su Divina Providencia, no es sólo el pan
material, sino también -muy especialmente- el Pan Espiritual, el Pan
de Vida.
No podemos
estar pendientes solamente del alimento material. El pan material
es necesario para la vida del cuerpo, pero el Pan Espiritual es
indispensable para la vida del alma. Dios nos provee ambos.
Jesucristo
murió, resucitó y subió a los Cielos, y está sentado a la derecha de
Dios Padre.Pero también permanece en la hostia consagrada, en todos
los sagrarios del mundo. Y allí está vivo, en
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad; es decir: con todo su ser
de Hombre y todo su Ser de Dios, para ser ese alimento que nuestra
vida espiritual requiere. Es este gran misterio lo que
conmemoramos en la Fiesta de Corpus Christi.
El Jueves Santo
Jesucristo instituyó el Sacramento de la Eucaristía, pero la alegría
de este Regalo tan inmenso que nos dejó el Señor antes de partir, se
ve opacada por tantos otros sucesos de ese día, por los mensajes
importantísimos que nos dejó en su Cena de despedida, y sobre todo,
por la tristeza de su inminente Pasión y Muerte.
Por eso la
Iglesia, con gran sabiduría, ha instituido esta festividad en esta
época en que ya hemos superado la tristeza de su Pasión y Muerte,
hemos disfrutado la alegría de su Resurrección, hemos también
sentido la nostalgia de su Ascensión al Cielo y posteriormente hemos
sido consolados y fortalecidos con la Venida del Espíritu Santo en
Pentecostés.
Efectos del
Sacramento de la Eucaristía
-
nutre al alma,
-
aumenta la Gracia y
Adicionalmente:
-
borra los pecados veniales,
-
nos da gracias para cumplir la Voluntad Divina,
-
nos fortalece en las tentaciones,
-
efectúa “comunión” del comulgante con Cristo y
con el prójimo,
LA EUCARISTIA, ALIMENTO
“ESPECIAL”
que nos une a Cristo
“El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en Mí y Yo en
él” (Jn. 6, 56)
y nos conduce a la
Vida Eterna
“Yo soy el Pan Vivo bajado del Cielo: El que come este Pan
vivirá para siempre … Quien come mi Cuerpo y bebe mi Sangre, tendrá
Vida Eterna y Yo lo resucitaré en el último día” (Jn.6, 52 y 54)
El
Sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, lo llamamos también
Eucaristía o Comunión.
Pero …
¿SIEMPRE SE REALIZA LA “COMUNIÓN”?
La unión con
Cristo o Comunión es posible sólo si al recibirlo lo hacemos con las
debidas disposiciones.
Si no
tenemos las actitudes correctas de fe y de deseo de imitar a Cristo
en todo, no se realiza la “Comunión”.
Recibimos a
Cristo con nuestra boca. Pero eso no basta, pues tenemos que unirnos
a El en el pensamiento, en el sentir, en la voluntad; con nuestro
cuerpo, con nuestra alma (entendimiento y voluntad) y con nuestro
corazón.
Bien claro pone
esto la Liturgia de la Iglesia en la oración después de la Comunión
el Domingo 24 del Tiempo Ordinario:
“La gracia
de esta comunión, Señor, penetre en nuestro cuerpo y en nuestro
espíritu, para que sea su fuerza, no nuestro sentimiento, lo que
mueva nuestra vida”.
Siendo así,
nuestra vida humana podrá entonces participar de su Vida Divina, de
manera que sea El y no nuestro “yo” el principio que guíe nuestra
existencia y nos conduzca por la travesía que nos lleva a la Vida
Eterna.
Dos elementos
siempre unidos:
No en vano dice
el Sacerdote antes de tomar el Pan y el Vino consagrados y de
repartirlo a los comulgantes: “El Cuerpo y la Sangre de nuestro
Señor Jesucristo guarde nuestras almas para la Vida Eterna”.
CONDICIONES
PARA RECIBIR LAS GRACIAS EUCARISTICAS
Hay condiciones
preparatorias a la recepción de la Eucaristía que conocemos por
exigencia de la Iglesia:no estar en pecado mortal, guardar
el ayuno requerido, estar debidamente vestido, etc.
Pero
hay otras condiciones interiores, profundas, que están
sobreentendidas y que a veces pasamos por alto:
La consecuencia
de la Fe es la confianza. Fe y confianza en Dios son como dos caras
de una misma moneda: no hay fe sin confianza y viceversa.
Al tener plena
confianza en Cristo, podemos entregarnos a El sin reservas,
totalmente, a todo lo que El tenga dispuesto.
Estas
disposiciones fundamentales de parte nuestra permiten que haya
“común-unión” o Comunión:unión de Cristo con nosotros, de nosotros
con Cristo y unión entre nosotros en Cristo.
Pero cuando no
hay estas debidas disposiciones, no sucede así. De allí que
haya muchas almas que, aun comulgando frecuentemente, progresen tan
poco en santidad. Al no encontrar Cristo la docilidad
espiritual requerida, no puede derramar todas las gracias dispuestas
en el Sacramento de la Eucaristía.
PREPARACION
REMOTA:
Es así como,
para prepararnos debidamente a la recepción de la Sagrada
Eucaristía, es necesario estar pendiente en el tiempo que pase entre
Comunión y Comunión, de entregarnos confiadamente a todo lo que
vayamos sabiendo es la Voluntad de Dios para nuestra vida.
FORMA DE ORAR
COMO PREPARACION INMEDIATA:
Creo en tu
Presencia Viva: aumenta mi Fe.
Como creo,
confío en Ti, en tus designios para mí.
Me entrego
totalmente a Ti, deseo tu Voluntad, me uno a tu Voluntad
ACCION DE GRACIAS:
Más allá del
recogimiento conveniente enseguida de la comunión para agradecer a
Dios este regalo de la Comunión con El en el Sacramento de Cuerpo y
la Sangre de Cristo, la acción de gracias debe prolongarse entre
Comunión y Comunión, tratando de permanecer en Cristo para que El
permanezca en nosotros.
En el tiempo
posterior a la recepción de la Eucaristía no podemos dejar,
entonces, que las tendencias que se oponen a nuestra unión con Dios
puedan disminuir o interrumpir esta comunión: actitudes en contra de
la Voluntad Divina, faltas de Fe y confianza en Dios, pecados
mortales o veniales, etc.
Por el
contrario, debemos acrecentar la vida de Dios en nosotros y aumentar
esta comunión e identificación con Cristo, mediante la oración, las
buenas obras, la penitencia, aceptación de la Voluntad de Dios y
colaboración activa en sus designios, el ejercicio de las virtudes,
etc.