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Anika Zelikova nació en Moravia (República Checa) el 19
de julio de 1924 y falleció el 11 de septiembre de 1941 a los 17 años de
edad. Ella fue la hija mayor de dos hijas de la familia Zelikova. Sus
padres, católicos devotos, supieron criar a sus hijas en un buen
ambiente cristiano práctico.
Su hermana María la describió al Padre Joseph Hlouch como “obstinada y
celosa”, pero afirmó que “después que hizo su Primera Comunión”, el 25
de mayo de 1933, cambió favorablemente su disposición de ánimo. Anika
fue educada por las Hermanas de la Santa Cruz las cuales la ayudaron
mucho espiritualmente a través de su breve vida. A los 10 años, en el
Convento de las Hermanas, hizo un retiro espiritual de tres días el cual
la marcó para el resto de sus días. Del retiro salió con el deseo de
ofrecerse totalmente al Señor, deseando hacerlo a través de la
espiritualidad Carmelita, de la cual conocía algo por haber leído la
“Historia de un Alma” de Santa Teresita del Niño Jesús. Otros dos libros
que la ayudaron grandemente en el desarrollo de su espiritualidad
fueron: “Si, Padre”, de Fray Graf y “Ecce Jesus” del Padre Wickel, S. J.
De Misa y Comunión diaria, Anika afianzó su espiritualidad en la
penitencia y la Comunión. El Jueves Santo de 1938 le compartió a Sor
Ludmilla, una de sus maestras, que ella deseaba ser un apóstol a través
del sufrimiento y que así se había ofrecido al Señor. Al siguiente día,
el Viernes Santo, experimentó su primer ataque de tos en el que escupió
sangre. El 31 de mayo de 1938, después de una radiografía del pecho, el
doctor diagnosticó que “escasamente le quedaban tres meses de vida”.
Esos “escasamente tres meses de vida” se prolongaron por poco más de
tres años de vida dedicados por Anika a un “apostolado de la sonrisa”
(emulando a Santa Teresita y el cual pudo sostener hasta los últimos
momentos de su muerte), a dar ayuda espiritual a través de sus cartas y
a una total entrega de sus sufrimientos a Jesús para que Él hiciera de
ella y en ella lo que Él deseara.
Para que ella pudiera profesar con Terciaria Carmelita, Padre Hlouch
tuvo que pedir permiso ya que Anika aún no tenía la edad canónica para
poder hacerlo. El permiso le fue dado desde Viena, con la especial
dispensa de la edad canónica, y así pudo hacer sus votos privados en la
Tercera Orden del Carmen el 7 de febrero de 1941.
Anika continuó su labor de apostolado hasta su último fin. La última
carta la escribió tres días antes de su muerte. En dicha carta ella
afirmaba que “con gozo ofrecía sus sufrimientos a Jesús por las almas,
en especial, por las de las sacerdotes” y que, “aunque el Señor la
estaba dejando en una total oscuridad”, ella sí “estaba segura del amor
que el Señor le tenía”.
A través de los años los que la conocieron la consideraban como una
santa. El Padre Hlouch, su director espiritual y que más tarde fue
consagrado como Obispo de Ceské Budejovice, escribió un manuscrito
relatando la vida de Anika. Después de la caída del régimen comunista en
Checoslovaquia, fue iniciado el Proceso de su Beatificación.
Fuente:
Del libro “Profiles in Holiness 1” de Redemptus M. Valabek, O. Carm.
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